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alborada
fi cación, quedó una gran depresión
rellenaron con varios camiones de
tierra traída de otro lugar. Una vez
nivelado el terreno, sobre esta buena
tierra, se plantó un pequeño huerto.
Hasta aquí llega la información
contrastada que he podido reunir...
pero faltan piezas. En Arqueolo-
gía, cuando se trata de reconstruir
un objeto roto, se van uniendo las
partes que se sabe con certeza que
pertenecen al conjunto y los hue-
cos que quedan, se completan con
trozos fabricados, supuestamente
lógicos, haciéndolos destacar para
que nadie se llame a engaño. Algo
así voy a intentar con las piezas que
faltan a mi relato.
Primera cuestión: ¿Por qué había Instantánea del pino superviviente
un Santo Negro en la iglesia del con-
vento franciscano de Elda y no en el losa historia similar en 1604, fi nali- en Elda, siendo un muchacho, cuan-
convento coetáneo de Cocentaina, zando su último virreinato en Cer- do iban a coger higos de una higuera
ni en el de Valencia de quien depen- deña, con el “milagroso” traslado cercana al monasterio, ya medio en
día? San Benito murió en 1589. Don a Elda de las imágenes de los San- ruinas, atisbaban por las rendijas de
Antonio Coloma, II Conde de Elda, tos Patronos. Aquello sirvió, entre la puerta de la iglesia y “...veíamos al-
tras sus dos borrascosos virreinatos otras cosas, para reforzar el fervor gunos refl ejos del dorado que se des-
en Cerdeña, fue nombrado General cristiano de los moriscos de Elda. cascarillaba en las columnas, alguna
de las galeras de Portugal. Desde allí Una imagen del santo “de moda” sombra de los abandonados santos
vino a colaborar en el traslado de habría dado prestigio a su condado. parecida a sobrenaturales fantas-
los moriscos de Elda, Petrel y otros Cuando en 1619 falleció el conde en mas”. Su autocalifi cación de “mucha-
pueblos el 4 de Octubre de 1609 Palermo y se le trasladó al convento cho”, le puede situar con unos trece
hasta Argelia. Mas tarde fue nom- de su villa, el famoso Santo Negro años, 1845, atestiguando que, diez
brado General de las galeras de Si- velaría su descanso eterno... años después de la desamortización,
cilia, pasando a residir en Palermo, Segunda cuestión: ¿Pudo la ima- algunas imágenes seguían en la igle-
en pleno fervor popular por el San- gen del Santo Negro de la iglesia sia conventual, es decir, que no fue
to Negro, poco más de veinte años conventual ir a parar a una extraña despojada totalmente en 1836. En
después de la muerte del santo. Los casa-cueva cercana al paraje de La ese ambiente de desconcierto que se
estados europeos se disputaban el Torreta-Monastil? Veamos, en 1835 creó tras el abandono del convento,
honor de que alguno de sus nacio- se produjo el decreto de desamorti- los frailes sacerdotes se “colocaron”
nales fuese “santifi cado”, así como zación de Mendizábal que se mate- en parroquias, mientras que los le-
reunir el mayor número posible de rializó en 1836 (“El gran robo”). El gos se desperdigaron ejerciendo di-
imágenes y reliquias. ¿Sería posible convento de Elda cesó su actividad, versos ofi cios. ¿Sería posible que uno
que el conde quisiera tener en “su” pero la iglesia conventual siguió fun- o varios de éstos buscara refugio en
convento de “su villa” donde expre- cionando, pues tenía parroquianos la casa-cueva de La Torreta (probable
samente quería ser enterrado, una de la zona Torreta-Monastil. Podría “Caldera de los Frailes) llevando con-
imagen del milagroso Santo Negro haber sido despojada la iglesia de sus sigo la imagen del Santo Negro que
que tanta fama tenía en Palermo imágenes, pero indagaciones hechas dio nombre después al lugar?
donde él residía? En tal caso, le hu- en el convento-madre de Valencia, Tercera cuestión: ¿Cómo se origi-
biera resultado muy fácil enviar un y por lógica, no parece probable. Al nó la costumbre de acudir el segun-
cajón con una imagen del santo al menos la totalidad. Y así parece con- do día de Pascua a este paraje de El
convento eldense, incluso usando fi rmarlo el testimonio de Don Emilio Santo Negro? (No olvidemos la in-
alguna de las galeras bajo su mando. Castelar, quien en su obra “Recuer- fl uencia seráfi ca que el recuerdo del
A fi n de cuentas ya había una nebu- dos de Italia” cuenta que, viviendo monasterio ejercía todavía sobre los
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