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de noche. Su cara fue lo primero que vio cuan- se aclimataron a su nueva ciudad. Empezaron
do abrió los ojos, al reponerse de la anestesia a ir al colegio y a hacer amigos. Nada raro. Una
en la zona de “Despertar”. Pero antes de ver su historia más de emigración. Un ejemplo más de
cara, en sueños, oyó su nombre y, en sueños integración social. Con el tiempo, Zoraida estu-
también, Zoraida le habló. No como hablan las dió enfermería y encontró trabajo en Madrid, en
personas normales sino desde otra realidad. Pa- el 12 de octubre, un gran hospital en las afueras
recía como si le hablara desde el pasado. Su de la capital, donde ella se sentía muy cómoda,
voz sonaba a plegaria antigua. Era como la leta- y sobre todo, útil. El hecho de hablar árabe facili-
nía de todo un pueblo que hablaba por boca de taba mucho las cosas cuando tenía que atender
Zoraida. Casi al dictado, en un trozo de papel a pacientes del Magreb que apenas chapurrea-
de una receta, Inés había escrito esas palabras ban el español. Y en aquellas áreas de los su-
que todavía resonaban en su memoria un par de burbios madrileños había muchos inmigrantes
horas después de despertar de la anestesia: de esta zona.
PLURAL Tras su corta estancia en el hospital, Inés vol-
Yo, tú, nosotros. vió a su casa, a sus pinceles y a su plácida mo-
Contemplo mi pena y la comparto, notonía. Eso era lo que más le gustaba de su
la aireo, la esgrimo, la combato y me la dejo ro- vida. Que cada día era perfectamente igual al
bar. anterior. Que no había sorpresas. Todo era pre-
Entonces tú extiendes la marea infame de opro- decible y todo estaba planificado. Ya casi había
bio y opresión conseguido olvidarse del hospital. Ya no se le
y vienes a mí desde el otro lado, alteraba el pulso cuando pensaba en que iba a
despacio, paso a paso, con tu eco lejano. entrar el médico seguido de un plantel de doc-
Oigo los gritos de ese dolor inmenso, tores novatos y enfermeros disciplinados, que
arañazos de la tribu que claman justicia desde se empeñaban en martirizarla cada minuto con
el silencio antiguo. molestas pruebas y múltiples mediciones y toma
Voces minúsculas se clavan en mi cerebro de datos. Pero no había conseguido olvidarse
y me despiertan de este letargo con el nosotros de Zoraida, aunque habían pasado ya más de
podemos. tres meses.
Ya no hay pena pequeña
sino manos alzadas, plurales Esa mañana, una apacible mañana de media-
con un único centro. dos de septiembre, estaba, como todos los días,
planificando el trabajo de la semana, cuando vio
Inés no se había atrevido a preguntarle a Zorai- en la bandeja de entrada del mail un correo de
da si le había contado algo mientras estaba bajo su jefa. Doña Luisa Calomardo era la jefa del
los efectos de la anestesia. Sabe que no es así. servicio de restauración de la empresa para la
Pero algo en ella le dice que Zoraida tiene una que ella trabajaba, Restore Services. Habían
historia que contar que ella misma desconoce. recibido un encargo de la Fundación Bancaja,
Lo único que ha conseguido averiguar es que para hacer la limpieza de un lienzo que tenía
nació en Elda, provincia de Alicante, hija de una que formar parte de una exposición que se iba a
familia argelina que había emigrado a España celebrar con motivo del 400 aniversario de la ex-
con sus cuatro hijos. pulsión de los moriscos. Se trataba del famoso
cuadro El embarque de los moriscos en el puerto
Los Melik llegaron a Elda en 1995, huyendo de de Alicante de Pere Oromig y Francisco Peralta
un país en el que no había futuro y en busca pintado en 1612. Un cuadro que formaba parte
de la tierra prometida, un lugar con perspecti- de una serie de siete bajo el lema “La expulsión
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vas de desarrollo, con una cultura similar y una de los moriscos en el Reino de Valencia” , que
gente acogedora. Los cuatro hermanos pronto habían sido encargados por el rey Felipe III. El
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