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cuadro iría a formar parte de una exposición que   ron. El embarque de los moriscos en el puerto
                          se iba a celebrar en la Sala de Exposiciones de   de Alicante es uno de esos cuadros históricos
                          la  Lonja  de  Alicante  para  conmemorar  el  final   que no le dejan a uno indiferente. Aparte de
                          de “la diáspora morisca”, ese ominoso periodo   la fiel recreación geográfica del puerto, con la
                          de la historia de España sucedido entre 1609 y   montaña y el castillo, hoy llamado de Santa Bár-
                          1616, en el que se realizó una de las mayores   bara al fondo, el cuadro llama la atención por
                          deportaciones, que alcanzó la cifra de casi qui-  su minuciosa descripción de la galería de per-
                          nientos mil mudéjares, luego conocidos como   sonajes moriscos que acuden al embarque para
                          moriscos. Desde el puerto de Alicante salieron   dejar definitivamente lo que había sido hasta en-
                          cuarenta y cinco mil ochocientos, la mayoría de   tonces su patria y dirigirse al puerto de Argel,
                          ellos procedentes de Elda, Petrer, Novelda, Mo-  donde les esperaba una vida desconocida.
                          nóvar y Salinas.
                                                                     No veía el momento en que la dejaran sola. Ne-
                          “¡Menudo trabajazo!”, pensó Inés. Doña Luisa   cesitaba  un  poco  de  intimidad  para  deleitarse
                          se lo había encargado a ella, porque sabía que   en la contemplación del cuadro. Cuando salió
                          era la única del departamento a quien no le im-  el último operario, cerró la puerta y se acercó
                          portaba  hacer  horas  extras  cuando  había  una   muy despacio, sin hacer ruido, casi de puntillas,
                          prisa. Y este encargo era urgente. Solo se tra-  hasta colocarse enfrente del lienzo que era de
                          taba de una limpieza de cara, quitarle la pátina   un tamaño considerable. Primero lo abarcó con
                          de suciedad de varios años y dejar el lienzo en   toda la vista, en su completez. Y luego se acercó
                          perfecto estado para ser exhibido. Pero eso que   a él empezando por la esquina superior izquier-
                          normalmente hubiera llevado un mínimo de ocho   da, como siempre hacía, siguiendo el mismo
                          semanas, había que hacerlo en un mes. Esto es   recorrido; haciendo el ritual de reconocimiento,
                          lo que más la fastidiaba. Tener que trabajar bajo   sin desviarse ni un ápice del orden de coorde-
                          presión. Demasiado sabían sus compañeros   nadas que ella misma había establecido desde
                          que ella era muy responsable y que quería siem-  que empezó a trabajar. Era como el juego de
                          pre cumplir los plazos pero, sobre todo, quería   hundir la flota: A1, A2, A3,… B1, B2, B3…, y así
                          que sus “bebés” -así llamaba ella a sus trabajos   sucesivamente. Terminado el reconocimiento,
                          de restauración-, salieran de sus manos en per-  anotó  en  una  ficha  los  puntos  más  delicados,
                          fecto estado, luciendo los mejores colores y las   las zonas más deterioradas, priorizando con un
                          mejores galas. Y ahí estaba el problema. Estuvo   código el tipo de desperfecto y la gravedad y
                          a punto de decirle que no a su jefa. Pensó en   hasta que no dejó todo el trabajo hecho no se
                          exigirle que le pagara las horas extra que ese   marchó a casa.
                          trabajo conllevaría. Pero no lo hizo. Al final, hizo
                          caso a su instinto, a ese olfato especial que le   Ya estaba a punto de salir de la sala, apagó las
                          hacía detectar cuándo un trabajo iba a ser ex-  luces y cogió su chaqueta y el bolso. Pero en
                          cepcional. Y por eso aceptó el reto.       ese momento sintió algo parecido a una llama-
                                                                     da. Volvió a oír la misma voz que le habló en el
                          Y ahí estaba ella. Al día siguiente, bajó al sótano   sopor de la inconsciencia de la anestesia. Era la
                          donde se encontraba perfectamente embalado   voz de Zoraida, la Zoraida de sus sueños. Casi
                          el cuadro y esperó impaciente a que los opera-  parecía un quejido. La llamaba por su nombre.
                          rios fueran sacando una a una todas las capas   Se acercó al cuadro y se inclinó hacia la esquina
                          que lo protegían. Maderas, cartones, chapas   izquierda. Justo allí había un grupo de persona-
                          metálicas…; todo fue cayendo alrededor hasta   jes, unos moriscos en fila que iban hacia el em-
                          dejar al descubierto esa preciosidad. Una mag-  barque. Se fijó más. Vio una familia, una pareja
                          nífica obra de arte pintada hace cuatro siglos.   y dos niños adolescentes. Miraban hacia atrás,
                          Porque eso era lo grande de este cuadro, que   hacia una parte que estaba fuera de campo. Pa-
                          era contemporáneo a los hechos que se vivie-  recían estar despidiéndose de alguien. No apa-










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