Page 306 - alborada59
P. 306

rentaban estar tristes, porque el ambiente festivo   allí, delante de sus ojos. Era una estampa de un
                                                                     pueblo levantino de principios del siglo XVI. No
                          que les rodeaba daba a entender que la partida
                                                                     había tiempo que perder. Se volvió a la cama.
                          se realizaba con ilusión, en un clima distendido
                                                                     Tenía que descansar unas horas, antes de po-
                          y sin atisbo de haber sido forzada. Inés sabía
                                                                     nerse a hacer averiguaciones al día siguiente,
                          que esto era aportación subjetiva del artista. El
                                                                     en cuanto terminara de trabajar. Necesitaba sa-
                          mensaje que el rey Felipe III quería transmitir   ber quién era esa familia y para ello tenía que
                          con estas obras de encargo era obvio: era un   investigar qué pueblo era ese.
                          claro testimonio de difusión y adoctrinamiento
                          para convencer de lo acertado de la decisión de   No le costó mucho trabajo. Unas cuantas horas
                          la expulsión. Por eso Inés no se sorprendió de   de navegación por internet, viendo fotografías
                                                                     antiguas de pueblos levantinos y, sobre todo,
                          entrever ese halo de tristeza difícil de captar. Se
                                                                     una  intuición:  la  de  que  aquella  imagen  tenía
                          sintió aturdida. Le flojeaban las piernas y no po-
                                                                     algo que ver con Zoraida y su historia. Pronto en-
                          día pensar. ¿A qué venían de nuevo esas voces?
                                                                     contró un retrato de Laurent, en el que aparece
                          ¿Se estaría volviendo loca? ¿Qué tendría que ver
                                                                     la Elda del siglo XIX, con sus tres grandes mo-
                          Zoraida en todo esto? No había vuelto a tener   numentos: el castillo, la iglesia de Santa Ana y
                          contacto con ella desde que salió del hospital.   el convento de los Padres Franciscanos Nuestra
                          Decidió irse a casa y dormir. Segura de que al   Sra. de los Ángeles. ¿Por qué esta obsesión con
                          día siguiente lo vería todo de otro modo.  Elda y con Zoraida? ¿Qué clase de revelación se
                                                                     le estaba mostrando? ¿Y por qué a ella?
                          A la mañana siguiente, Inés se hallaba enfras-
                          cada en su trabajo. Intentaba hacerlo todo con   Inés estuvo muchos días viviendo en una burbu-
                          impecable pulcritud. No había tiempo que per-  ja. Apenas comía ni dormía. Solo trabajaba en
                          der. Pero a la vez era escrupulosa y no cesaba   el cuadro y dedicaba las escasas horas libres
                          hasta que cada cuadrante quedaba perfecta-  que tenía a saber más sobre la expulsión de los
                          mente limpio y en condiciones. Llegó a la parte   moriscos. Así se enteró de que en Elda y Pe-
                                                                                                       2
                          inferior izquierda del cuadro y sintió miedo de   trer fueron más de 500 familias mudéjares , las
                          que se repitiera el episodio de alucinaciones de   que tuvieron que abandonar sus viviendas y po-
                          la noche anterior. No pasó nada. Continuó tra-  sesiones para marchar a un futuro incierto, por
                          bajando hasta bien entrada la noche y luego se   la simple razón de que el régimen sospechaba
                          marchó a casa. Hacia las dos de la madrugada   que, aunque se habían convertido al cristianis-
                          se despertó y se incorporó en la cama. Una ima-  mo, continuaban practicando en secreto el Islam
                          gen se había quedado en su retina. La imagen   y se temía que una rebelión, como la de las Al-
                          de una familia morisca despidiéndose de una   pujarras, le arrebatara el poder a la Monarquía.
                          niña. La abrazaban, la besaban y le hacían en-  También supo que el Conde de Elda, señor de la
                          trega de una gargantilla de oro. La niña entró en   baronía de Elda, que paradójicamente coman-
                          una casa y ellos se marcharon cargando unas   daba una de las galeras, hizo desembarcar a
                          alforjas donde llevaban todas sus pertenencias.   varias familias de Elda y Petrer, los más ricos,
                          Rápidamente, Inés cogió unos lápices de colo-  para que regresaran a sus tierras, ya que la ex-
                          res y empezó a dibujar la escena. Puso especial   pulsión suponía para él una gran pérdida en re-
                          cuidado en plasmar el escenario, cada detalle   cursos humanos y económicos.
                          del pueblo que había visto en su mente. La casa
                          era una casa pobre, con una estera en vez de   Cuanto más averiguaba, más pena sentía por
                          puerta, un techo plano de madera y solo tenía   aquellas familias y empatizaba con el sentimien-
                          una ventana. Pero le llamó la atención que esta-  to de desarraigo de aquellos que, tras ser expul-
                          ba al pie de un castillo, una gran fortaleza. Diría-  sados de sus ciudades y sus casas, llegaron a
                          se que era un alcázar, con apariencia señorial,   las ciudades de Tremecén y Mostagamén, cerca
                          en el que destacaban seis torres. También veía   de Orán, para luego desplazarse a Fez, Marrue-
                          al lado del castillo una iglesia con una de sus to-  cos, Argel, Túnez y Tetuán, donde fueron recibi-
                          rres inacabadas y a lo lejos se divisaba la silueta   dos con desprecio y fueron objeto de todo tipo
                          de un gran monumento, un edificio de arquitec-  de robos y humillaciones. ¡Qué pena! ¡Qué sen-
                          tura civil que parecía un convento. Lo tenía todo   sación de desarraigo! Ni de aquí, ni de allá. No










          306  alborada 2016 //
   301   302   303   304   305   306   307   308   309   310   311