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avión. El plan de viaje consistía en unos días de dido por el río Marañón y a su derecha se les
estancia en la cuenca amazónica, concretamen- unía la gran masa acuática del río Ucayali. El
te en el nacimiento “oficial” del río Amazonas, momento fue emocionante. Rodeados por kiló-
retorno a Lima para volar a la antigua capital de metros de llanura acuática, se dejaron deslizar
Perú: Cuzco o Cusco en la grafía actual. Desde en silencio por la mansa corriente, acariciados
allí se desplazarían hasta las ruinas de Machu por el sol tropical, con un nudo de emoción en
Pichu y vuelta a Lima. Durante unos días visita- la garganta, alzaron los ojos al cielo por el que
rían la bella capital de Perú, su Plaza Mayor o de transitaban nimbos de exóticas formas refleján-
Armas y sus interesantes museos y, finalmente, dose en el gran espejo del río. El encantamien-
emprenderían el regreso a España. Muy bonito to duró un tiempo durante el cual nadie habló y
sobre el papel pero agotador por las diferencias solo los sonidos de la naturaleza les arrullaron.
de altitud que les llevaría desde el nivel del mar Poco a poco volvieron a la realidad. El guía les
en la capital, hasta los 4.000 m.s.n.m. de Cusco, ofreció unas manzanas y solo entonces tomaron
descender a los 2.400 de Machu Pichu, volver a consciencia del cansancio: llevaban dieciséis
los 4.000 de Cusco y,finalmente, descender al horas de ajetreado viaje. Motor en marcha y
nivel del mar en Lima. En la agencia de viajes raudamente les condujeron a un “lodge” o alo-
les habían prevenido sobre el “mal de altura”, jamiento de cabañas en plena selva, en la orilla
llamado allí “soroche” o “apunamiento” y Ansel- izquierda. Tomaron posesión de su cabaña en
mo, muy aficionado a las infusiones de hierbas, la que nada faltaba para una estancia cómoda
ya se había informado de que, en los hoteles de y segura (grandes mosquiteros en las camas y
la zona, a todas horas, ponían a disposición de velas para alumbrarse) y por un pasillo elevado
los huéspedes una especie de samovares con sobre pilotes y cubierto con bambú llegaron a la
una infusión de mate de coca cuya ingesta ayu- estancia que hacía las veces de comedor donde
daba a combatir la hipoxia cerebral, causante repusieron fuerzas con sabrosa comida local y
del soroche. Un amigo peruano le dijo que en zumos tropicales (el agua potable escasea). En
su familia usaban una hierba llamada “muña” y la sobremesa, el guía les informó del programa
le instruyó donde encontrarla. Así preparados, para el día siguiente: travesía por la selva, pes-
iniciaron la primera etapa en la cuenca ama- car pirañas, nadar entre delfines rosados… y de
zónica. Un pequeño avión les condujo a las 4 que se haría de noche muy pronto. Les ofreció
de la madrugada, hasta la populosa ciudad de la posibilidad de participar esa noche en una ce-
Iquitos con sus reminiscencias de la gran capital remonia de Ayahuasca en plena selva, oficiada
del caucho que fue. Continuaron por tierra unos por un chamán. Rápidamente captó la atención
100 km hasta la ciudad más arcaica del distrito: de Anselmo. En quechua significa “la soga del
Nauta, ribereña del río Marañón. Fundada por muerto” y básicamente consiste en ingerir un
indígenas cocamas y repoblada por inmigrantes brebaje hecho con una liana, la Banisteriopsis,
españoles, riojanos. Activo puerto fluvial; hasta rica en alcaloides y la Chacruna o Pschyotris
el 2007 no tuvo electricidad. Allí contactaron con con dimetiltriptamina o DMT. Estas sustancias
el guía indígena que les condujo hasta una es- son psicoactivas, pero el guía les informó de que
tilizada lancha donde dormitaba otro lugareño no representaban peligro alguno y servían para
junto al motor fueraborda. Rápidamente embar- inducir un trance en el cual, el chamán, “sacaba”
caron las pequeñas mochilas con sus efectos todo lo malo del cuerpo y dejaba la mente limpia
personales (las maletas quedaron en el hotel de y tranquila, de ahí lo de la “cuerda” que servía
Lima) y zarparon por el gran río. Súbitamente para salir del cuerpo sin morir. A estas alturas,
todo cambió: desaparecieron las edificaciones Anselmo estaba convencido de que eso era lo
y en su lugar, hasta donde alcanzaba la vista, que necesitaba. Así que, a pesar de la reticen-
la selva era el horizonte. Sobre un cauce inmen- cia de Mercedes, cuando fue noche cerrada, se
so de varios kilómetros de ancho no se divisaba protegieron con ropas de los millones de insec-
tierra firme alguna, pues el río, crecido, había tos y siguieron al guía por una intrincada vereda
anegado las orillas, obligando a gran parte de la hasta un calvero de la selva donde vieron, a la
fauna a encaramarse a los árboles y allí se po- escasa claridad de una pequeña hoguera, a va-
dían observar, perezosos, iguanas y toda suerte rias siluetas humanas agrupadas en semicírculo
de aves multicolores. La cálida brisa les envolvió a su alrededor. Tras los rescoldos, iluminado por
y les transportó a un estado de felicidad irreal. ellos, se erguía la imponente figura del chamán,
De pronto el guía, mandó parar el motor y les un indígena de edad indefinida ataviado con un
indicó que habían llegado al nacimiento del rio cordón de pequeñas plumas multicolores que
Amazonas. Efectivamente: ellos habían descen- ceñían su frente, un collar de amuletos al cue-
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