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años llamado también Hilario, quien tiempo des- raneo, un corral con su cuadra y pajar, y tam-
pués sería el heredero de toda la finca donde se bién una bodega. De esta manera el Sr. Amat
ubicaba la Casa Colorá. optó por contratar a unos medieros para que
habitasen permanentemente la vivienda, alter-
El padre de Encarnación Amat Linares ya no qui- nándola con el cuidado de las tierras de toda la
so veranear en la susodicha casa-chalet, por lo finca, ya que pensaba que la gente campesina
que decidió alquilarla para los periodos estivales era menos supersticiosa que aquellas personas
a aquellas personas que deseasen pasar algunos pudientes que habían estado veraneando en la
días en tranquilidad y disfrutar del “fresquico” del Casa Colorá.
campo. Es a partir de esta época cuando empeza-
ron a contarse una serie de leyendas misteriosas, Y así fue: en el año 1932 llegó un matrimonio
que por lo visto afectaban a todos aquellos inquili- procedente de una finca de Salinas. Sus nom-
nos que se desplazaban a la famosa casa. Parece bres eran Joaquín Gran Pastor y Antonia Maes-
ser que los residentes temporales no duraban aquí tre Juan. Él era natural de La Romaneta de Mo-
muchos días, estos la abandonaban despavoridos nóvar y ella era oriunda del caserío eldense de
contando que por las noches oían ruidos de cade- Camara. Cuando se instalaron en la Casa Colorá
nas y veían sombras, creyendo muchos de ellos tenían un niño de tres meses llamado Joaquín.
que era el espíritu de la difunta Encarnación. Tiempo después criarían un total de siete hijos
más: Antonia Mª, Gumersindo, José, Santiago,
Estas circunstancias motivaron que la familia Virginia, Concepción y Salud, que ya nacieron
Amat decidiera construir junto a la casa de ve- aquí.
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