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pero desde la Bula merentur, de Clemente V, los hábitos y túnicas como religiosos y sería no el
franciscanos tuvieron prohibido seguir recibien- guardián sino el padre provincial quien ordena-
do “cosas preciosas, curiosas, y superfluas” por ría la renovación de los desgastados y deterio-
considerarlo incongruente con su profesión de rados.
pobreza.
En cada convento debía haber una enfermería
Vestimenta y objetos y un enfermero, preferiblemente un fraile lego,
designado por el provincial o por el guardián.
El guardián debía proporcionar vestiduras a los Este último debía facilitar a la enfermería la ropa
miembros de su comunidad una vez al año, por necesaria para la cura de enfermos y cuidar
la festividad de Todos los Santos, que incluían que el servicio sanitario se prestase con toda
paños menores, cuerdas franciscanas (“sin cu- decencia. El conjunto de ropa de enfermería es-
riosidad, decentes y religiosas”) y alpargatas taba formado por sábanas, colchones, mantas
(“suelas”), para evitar que los monjes se pro- y camisas y el enfermero no podía prestar estos
curasen por sí mismos estos elementos, lo cual elementos a fraile alguno; en caso de incurrir en
repugnaba a la regla seráfica. Urbano VIII había esta falta el responsable sería reprendido y cas-
declarado que cubrir totalmente el pie con el tigado con una disciplina comunitaria.
material que fuere era contrario a la norma su-
prema; por tanto, estaban vedadas las alparga- Estudios en los conventos
tas cerradas de cáñamo y únicamente podían
calzar sandalias abiertas de cuero o de cáñamo. Los estudiantes de Teología y Artes serían exa-
minados anualmente ante el padre provincial y,
Tres veces al año el padre guardián inspeccio- quienes no alcanzasen el grado de suficiencia,
naba por sorpresa las celdas de los religiosos apartados del estudio.
en busca, por un lado, de “cosas prohibidas y
superfluas”, castigadas con todo rigor y, por Respecto al trato dispensado a los lectores o
otro, de “cosas necessarias, y decentes” que profesores, enfatizan los textos constitucionales
pudieran faltar, para que se proveyeran. Esta que los guardianes “tengan mucha cuenta en dar
visita a las celdas se realizaría acompañado de lo necessario”; así, por ejemplo, debían procu-
dos de los frailes más veteranos del convento, rarles un entrante en las comidas distinto al resto
sin cuyo concurso y opinión no podría retirar de la comunidad. Los lectores tenían obligación
nada. En cualquier caso, en los aposentos debía de tener conferencias diarias, oficios sabatinos,
resplandecer la “santa pobreza, y la disciplina de conclusiones públicas cada mes, invitando a
la vida regular”. miembros de otras órdenes religiosas, y con-
clusiones generales impresas cada año, pre-
Se recomienda que en los conventos hubiera via aprobación del regente de Estudios de San
una ropería donde estuvieran custodiadas todas Francisco, de Valencia. Quienes faltasen a estas
las vestiduras, incluida la ropa de muda de cada obligaciones serían privados del oficio de lector.
religioso, la cual estaría marcada “distintamente
con el numero de la celda que habita el tal”. Los El material escolar del estudiante venía integrado
miembros de la comunidad apurarían el uso de por el papel imprescindible, un par de plumas y
la ropa interior mientras la lavasen y remendasen una libra de aceite al mes que sería proporcio-
y la utilizarían “quando vayan a limosna”, lo cual nado por el guardián. En caso de incumplimien-
parece indicar que en el recinto conventual no to se recurriría al provincial. Estudiantes y lecto-
era obligatorio el uso de paños menores. Donde res podían practicar deporte tres veces al año,
no pudiera haber una guardarropía común, las pero sin entrar en los pueblos, sin apartarse del
prendas serían guardadas en las celdas respec- convento, ni presencia de seglares; tampoco se
tivas, con la prevención de que hubiera tantos especifica de que modalidades deportivas, pero
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