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HISTORIA Y PATRIMONIO


              estos autores, así como la hipótesis   les, sólo de una de ellas, la más cer-  las fi ncas colindantes. Aunque tam-
              de que fueran los mismos moradores   cana a la instalación, con seguridad   poco se trata de grandes extensiones
              los que construyeran la instalación.   estaría destinada al abastecimiento   cultivables. La presencia de amplias
                 La presencia de una vivienda de   de esta unidad familiar; se trata de   masas de esparto en la pendiente
              doble crujía, paralela a fachada, con   la rambla que parte a sus pies con di-  norte inmediata a la casa ofrece un
              cubierta a doble vertiente y esca-  rección NE, descendiendo en busca   recurso complementario de la eco-
              lera de obra de acceso a la segunda   de la rambla de la Melva, pues sus te-  nomía familiar, cuya actividad ar-
              planta no encaja en los modelos de   rrazas suelen conservar cierto grado   tesanal fue de larga tradición y rele-
              casas y corrales de tradición moris-  de humedad durante gran parte del   vancia en la economía eldense, sobre
              ca, por lo que debemos suponer que   año, salvo periodos de sequia extre-  todo en el siglo XIX. Al tiempo que
              la  vivienda  sufrió  una  importante   ma; además a unos 120 m de la casa   facilitaba materia prima para ciertos
              reforma, adosándole una nueva cru-  se encuentra, entre la maleza y junto   utensilios de uso propio.
              jía a la de fachada, ganada al espa-  a la senda descendente, un simple    En cuanto al régimen de tenencia,
              cio del corral; la única modifi cación   brocal a ras de suelo revestido de   hay ciertos datos, para esta etapa fi -
              que,  a priori, y sin una excavación   mampostería que probablemente    nal que nos impulsan a creer que per-
              arqueológica, se puede deducir. Du-  esté relacionado con la existencia   tenecía a una unidad de explotación
              rante unos trescientos años pudo es-  de un aljibe, siendo la zona más pro-  mayor, la escasa parcelación catastral
              tar activa esa instalación ganadera,   picia para la captación de agua de   actual de esta zona montuosa que
              aunque es posible que sufriera de los   escorrentía. En un segundo tramo   contrasta con la atomización de las
              avatares de la producción pecuaria,   descendente  de  la  senda,  hallamos   zonas de cultivo colindantes y las difi -
              como la grave crisis de fi nales del   al menos tres pequeños calderones   cultades del abastecimiento del agua,
              siglo XVIII. La edifi cación debió su-  artifi ciales, amén de diversas oque-  la proximidad a la Casa de Lamberto
              frir operaciones de mantenimiento.   dades naturales sobre la parte más   Amat y la cisterna que la acompaña
              El colapso en bloque de sus muros   escarpada de la rambla. Estos aban-  —aunque al parecer estuvo muy poco
              podría ser un claro síntoma de su   calamientos permitirían cosechar    tiempo en uso— podría abastecer de
              recrecimiento, a partir de otros en   algunos  productos primordiales   agua a este ganado. Y dado que du-
              ruina o desmochados, acaso tras     con los que complementar la dieta   rante la segunda mitad del siglo XIX
              un eventual periodo de abandono y   mediterránea, almendros, olivos,    Lamberto Amat era el mayor terrate-
              la posterior reforma de la vivienda,   vid, quizá algún árbol frutal y en los   niente de Elda (Fillol, 1984, 72.), es
              quizá a fi nales de dicha centuria.  bancales con mayor humedad algún    posible que fuera el único propietario
                                                  fruto hortícola. Respecto a las otras   de los Altitos del Gordo, o de buena
              LA INSTALACIÓN EN                   dos zonas abancaladas, una se halla   parte de él, y que tuviera el corral y
              ÉPOCA CONTEMPORÁNEA                 en la cabecera de la rambla al suroes-  su entorno en arriendo a una familia,
              En cuanto a su última fase de ocu-  te del corral, difícilmente accesible,   en explotación directa o a través de
              pación y a expensas de pertinentes   salvo desde el este, por lo que quizás   un mediero. A este respecto todavía
              consultas en archivos y registros,   también podría estar en relación con   son varios los propietarios que en la
              tan sólo podemos establecer meras   la casa, aunque la zona es menos hú-  zona conservan el apellido Amat, tal
              conjeturas respecto de la propiedad,   meda y más propicia al cultivo del   como la parcela 49 y 50 del polígono
              producto de la interpretación de los   almendro y quizás algo de cereal. La   13, en esta última se encuentra el co-
              datos materiales y de la distribución   tercera de las zonas cultivables que-  rral, además de otras cuatro parcelas
              parcelaria. La existencia de una vi-  da en la vertiente norte, abierta al   más de la zona.
              vienda de dos plantas, más allá del   corredor por el que discurre el cami-  Con el incremento demográfi co
              habitual y sencillo refugio de pastor,   no del Marín y las casas de Soriano,   de fi nales del siglo XVII se propicia
              implica, más todavía en este periodo,   las Julianas o de los Conejos, en una   el aumento de la superfi cie cultiva-
              la residencia en ella de una unidad fa-  posición más excéntrica respecto de   da, generándose un incipiente con-
              miliar que como ya hemos advertido,   los Altitos del Gordo, quedando más   fl icto  entre  la  expansión  agrícola  y
              su sustento requería de una mínima   a expensas de esas fi ncas. En cual-  las limitaciones que se derivaban de
              variedad de recursos alimenticios,   quier caso, la instalación no cuenta   los privilegios ganaderos, principal-
              amén de la actividad ganadera, que   con establo alguno por lo que la ca-  mente en las zonas castellanas de la
              permitiera una mínima economía de   pacidad para cultivar tierras es limi-  Mesta, en las que a fi nales del siglo
              subsistencia. Del paisaje periférico   tada, a menos que fuera dependiente   XVIII se hace patente una grave cri-
              discriminamos en un radio de 300 m   de una unidad de explotación de ma-  sis ganadera. La reglamentación de
              tres zonas abancaladas, de las cua-  yor entidad, radicada en alguna de   los espacios y usos vecinales para

                                                                                                                          41
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