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MISCELÁNEA Y COSTUMBRISMO








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                    quellas llanuras  me tenían   humilde y cariñoso. Sería el prime-    Cuando llegara a la Sierra del Ca-
                    desconcertada. Esa inmensa    ro en visitar, llegaría hasta la cruz   ballo, mis pesares serían parte del
                    extensión árida e inhóspita   y me aferraría a ella como a una    pasado y, con esa energía acumula-
                    para mí, hacía que cada vez   tabla de salvación. Recorrería su   da, podría superar cualquier cosa.
                    echara de menos con más       ladera y descansaría en cada cue-   Incluido el encuentro con Raúl, que,
              Afuerza mis queridos montes.        va, en cada recodo. Me fundiría en   inevitablemente, se produciría en
                 Siempre había vivido en un va-   ese abrazo pétreo que me llenaría   algún momento. Me sentía incluso
              lle y sentía mi horizonte arropado   de energía.                        dispuesta a perdonar y pasar pági-
              por montañas. Necesitaba sentir        Antes de descender, saludaría al   na. Olvidar, no; eso nunca. Pero sí
              la presencia imperturbable de la    Peñón del Trinitario, comprobando   que dejara de importarme. Por él
              roca, su seguridad y protección. Ese   que esa enorme roca seguía encaja-  me había ido. Él me había privado
              lugar donde descansar la mirada y   da en su sitio desafi ando la ley de   de mis raíces, de mi hogar, de mi es-
              sentir que le perteneces y que él te   la gravedad. Se me arrugaba el alma   peranza. Ahora me sentía dispuesta
              pertenece a ti. Girar 360 grados ad-  de pensar que un día llegara a caer-  a recuperar todo esto y nada ni na-
              mirando esa sucesión de esculturas   se.                                die me lo iba a impedir.
              pétreas, unas familiares y otras de    La siguiente, cómo no, la coque-    Y, para sentirme pletórica por
              las que desconocía incluso el nom-  ta Camara, esa novia doblemente     completo, me dirigiría a El Cid, ma-
              bre, pero que reconocería por su    enamorada que no sabe por quién     jestuoso y elegante, pero accesible
              forma sin dudarlo ni un instante.   decidirse, acogedora como una ma-   en su belleza. Se mantiene imper-
                 No me lo pensé dos veces e hice   dre. Siempre he tenido la impresión   turbable ante el paso del tiempo,
              la maleta antes de tener tiempo de   de que su corazón se divide entre   protegiendo al valle con su presen-
              entrar en razón. Me subí al primer   Bolón y El Cid. Difícil disyuntiva.  cia.
              tren y regresé. Me sentía tranquila,   Le llevaría fl ores a San Bernar-    Y así, poco a poco, los iría visi-
              porque sabía que ellos, mis montes,   do, en su cumbre, por  proteger a   tando a todos: los Chaparrales, el
              estarían allí.  El  resto…  bueno,  el   los montañeros. Y en su cueva con   Pico del Fraile, el Despeñador, la
              resto no me lo había llegado a plan-  pinturas rupestres, cerraría los ojos   Foradá… Todos tenían cabida en
              tear. No quería preocuparme por     y comulgaría con el pasado hasta    mi interior, desde Rabosa al Rincón
              eso ahora. Nada debía enturbiar la   contactar con aquel que hizo aque-  Bello, Catí, el Pocico Alonso… Tan-
              dicha interior que me invadía, esas   llos dibujos y me explicaría su sig-  tos y tantos lugares que me estaban
              mariposas en el estómago que creía   nifi cado.                          esperando.
              muertas sin remedio. Cerré los ojos    A Bateig siempre lo he conside-     Necesitaba  perfumarme con  su
              y me situé en el centro de ese valle   rado risueño, divertido y amigable.   aroma y empaparme en su rocío,
              que guardaba en la memoria, a so-   Pasearía entre monolitos, leería re-  sentir que todos ellos eran míos
              las con la naturaleza. Y allí estaban   franes, frases populares y poemas.   como yo lo era suya.
              ellos, tan hermosos como siempre.   Y descansaría en el Rincón de la       Y así, arropada por su presencia,
                 Bolón, mi querido y entrañable   Meditación mientras su reloj de sol   sentirme libre y renovada, fuerte
              Bolón. Tan cercano y tan sereno,    me indicaba el paso del tiempo.     como una roca.

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