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alborada
Alberto Navarro Pastor en su despacho
de calzado. Uno de los consejeros se cartas al director relacionadas con
apellidaba Cárdenas y Varela. Y ahí asuntos de su país, Venezuela. Aún
empezó mi tortuoso camino en bus- así no me quedé satisfecho, sabía
ca de la identidad de esta persona que existía una información que to-
que nadie parecía recordar, conocer davía no había sido revelada. En ese
o dar alguna pista. preciso momento fue cuando decidí
Lo más inmediato fue revisar el acudir a Alberto Navarro en calidad
Archivo Local y empaparme de toda ya de amigo y cronista de la ciudad.
la prensa de la etapa que comprendía Sabíamos que no toda la colección
los años de la dictablanda de Miguel de IDELLA se encontraba en la bi-
Primo de Rivera y el periodo corres- blioteca. Una de sus propuestas fue
pondiente a la II República hasta el abordar el estudio minucioso de los
término de la Guerra Civil. Sabía que números que el tenía en su biblio-
el semanario IDELLA sería una he- teca personal. Allí estuve algunas
rramienta muy útil para situarme en horas inmerso en el ya comentado
el marco histórico en el que sucedie- barrido. En la sala se respiraba un si-
ron los hechos que estoy relatando. lencio sepulcral confi ando en la bue-
Y así lo hice, me metí entre pecho y na suerte. De repente, cansado de
espalda todos los números que había pasar páginas y páginas, me percato
en la biblioteca. Después de hacer un de que en la parte superior izquier-
barrido rayano en la digitalización da hay una noticia enmarcada en un
mental, encontré fi nalmente infor- recuadro, leo, tomo aire y lo primero
mación sobre este señor Cárdenas que me provoca esa noticia es una
Varela. Le habían publicado algunas Jose Antonio Cárdenas con su hija Berta fuerte exclamación acompañada de
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