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Visita el yacimiento de “El Monastil” el prestigioso arqueólogo Don Enrique Llobregat, junto a los
miembros de la selección, en diciembre de 1967.
ALGO MÁS QUE EL HOMBRE Y LA MONTAÑA billas de sus esquinas. Los dos núcleos urba-
nos, el de Petrel, con “ele” (pues así se llamaba
Se puede hablar de tantos aspectos de la vida entonces) y el de Elda, todavía mantenían una
social, cultural y deportiva en las que este hom- separación muy visible entre ambos; unidos dé-
bre volcó su buen hacer, en favor de la colectivi- bilmente por las construcciones que se alinea-
dad, que se hace imposible no considerarle uno ban a ambos lados de la arteria (primero camino
de los hombres más importantes del siglo XX en y luego carretera) que, como un cordón umbili-
nuestro Valle. cal, les ha mantenido juntos pese a chauvinis-
mos ancestrales.
Preámbulo en la montaña
Su mirada debió pasearse por toda la hondona-
Como una premonición a lo que años después da que desde allí se extendía a sus pies y tal
le esperaba, al frente de la que habría de cre- vez vinieran a inspirarle las palabras del Barón
cer bajo su mandato hasta convertirse en la so- de Coubertín, aquellas que, a lo largo de la vida
ciedad más popular de nuestro Valle, aquel día de Daniel, se fueron convirtiendo en el prólogo
subió Daniel a la Silla del Cid. Le acompañaban de una Ley no escrita que, a no tardar, habría de
en la excursión Sócrates de la Encarnación Gar- imperar en las tierras que sus ojos admiraban
cía, Antonio Herrero y Pascual Navarro, amigos desde las alturas.
y clientes de su despacho de procurador. Hacía
muy poco que le habían convencido para que se “El deporte es, además de un lazo de unión, la
les uniera al recién creado Centro Excursionista forja en que se templan las generaciones que
Eldense, del que entonces era presidente Don van surgiendo a la vida, la escuela en que se
Francisco Prats Beltrán. enseña la confianza en uno mismo, el mutuo res-
peto que ha de aplicarse luego a las restantes
El frío de febrero había dejado una mañana lim- actividades de nuestra existencia.”
pia cuando alcanzaron la cima con las primeras
luces (entonces se madrugaba más que ahora) Un hombre culto, inteligente y tenaz.
y la ciudad, todavía dormida, aguardaba que la
luz solar diera de pleno en las fachadas de sus Siendo un lector empedernido, no tardaría Da-
casas, resistiéndose a apagar las débiles bom- niel en hacerse con los primeros libros y revistas
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