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EL PINO DEL MANICOMIO

                                                 ¡Ay, fi lósofo agreste de las verdes melenas,
                                                  melancólico archivo de gestas de locura!

                                                ¡Qué solos se quedaron los nidos en tu altura,
                                                  sin locas serpentinas de lúcidas escenas!

                                                Ahora con el sortilegio de las noches serenas,
                                                 sumido en un plebeyo remanso de cordura,
                                               te emborrachas de estrellas con letal amargura,
                                                tú que bebiste orgías de atroces luces llenas.

                                                 ¡Cómo lloras tus dulces lágrimas de resina,
                                                   fi lósofo nutrido de exótica experiencia!

                                                 El amor de tus nidos se hace oscura rutina,
                                                mientras tú, pensativo, con tu atávica ciencia
                                                  devoras el secreto de otro tiempo mejor:
                                                que amor que no fl orece vecino a la demencia
                                               no es más que fría sombra de un verdadero amor

                                                             Juan Madrona

                                                Revista Dahellos. Letras eldenses, junio 1950.











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