Page 61 - alborada59
P. 61
A mitad del camino de la vida, paseando por los - Sí, soy Emilio Castelar, pero… ¿podemos dejar
confines del Valle de Elda, a finales de mayo del de hablar en rima y de destrozar estrofas que tie-
2015 sería, en una selva oscura me encontraba nen ya más de 500 años?
porque mi ruta había extraviado. ¡Tan duro es de-
cir cómo era esta salvaje selva, áspera y fuerte, - Por supuesto, por supuesto -le dije yo-. Dejemos
que me vuelve el temor al pensamiento! Amarga el postureo entre aparición y ser humano… apro-
casi como la muerte; pero algo hogareño sentí vechemos para hablar de cosas importantes.
con los taráis que allí encontré, además de un río
y una presa que de la nada surgieron. - ¿De qué tipo de cosas te interesa hablar conmi-
go? -me lo decía con mirada forzada sospecho-
Yo no sé repetir cómo entré en ella, pues tan sa y fantasmal (obviamente), a la par que con un
dormido me hallaba en el punto alto de una to- fondo de simpatía.
rre derruida que abandoné la senda verdadera.
Mas cuando hube llegado al pie de un monte, - Pues a ver… viendo que de política ya se han
con ruinas ibero romanas, allí donde aquel valle aclarado un poco las cosas, y de periodismo
terminaba, hacia lo alto miré, y vi que la cima de como que estás un poco desfasado. ¿Podemos
la cabeza de un oso, ya se vestía de los rayos hablar de algo que combine la historia y la es-
del planeta que lleva recto por cualquier camino. critura?
Entonces se calmó aquel miedo que en el lago
del alma había entrado la noche que pasé con - ¿El arte?
tanta angustia.
-Frío tengo, sí… pero creo que si nos refugiamos
Y divisé, casi al principio de la cuesta, un ave entre estas paredes antiguas de la fábrica de la
ligera y muy veloz, cuya piel con plumas blan- luz, podemos charlar un rato antes de que me
cas se cubría; viendo así que no auguraba nada hiele.
malo aquella fiera de pico canela, más que la
hora del día y la dulce estación; no en cambio - Hablar de la cultura, chico… del arte en general
decir lo mismo puedo del terror que me produjo y de lo que mueve a la gente en particular en esta
la imagen de la gaviota que luego resultó ser. Me ciudad.
pareció que contra mí venía, con el pico afilado y
hambre fiera, y hasta temerle parecía el aire. - Ah, vale, perdona, no te había entendido -le dije
rascándome la coronilla incipiente de cualquier
Mientras yo bajaba por la cuesta se me mostró treintañero.
delante de los ojos alguien que, en su silencio,
creí mudo. Cuando vi a aquel y, de fondo, a esa En ese momento nos refugiamos en unas de las
ciudad apagada «Apiádate de mí -yo le grité-, ruinas que, aunque no son tremendamente vie-
seas quien seas, sombra u hombre vivo». Y él me jas, siempre me han gustado, por su enclave y
dijo: «Hombre no soy, más hombre fui, y a mis por su desconocimiento. La fábrica de la luz de
padres dio cuna Elda pues Alicante fue la patria Elda nos iba a iluminar como ya hacían los rayos
de los dos. Nací Isabelino y viví en Madrid bajo del amanecer. A continuación, y por no transcribir
el amparo de la universidad: tiempos de falsos y la charla con un fantasma, que suele ser tediosa
mentirosos reyes. Político fui, e historiador, ade- y difícil de entender, por la reverberación de su
más de periodista e incasable escritor. ¿Por qué voz de ultratumba, paso a haceros un resumen:
retornas a esta miserable Elda y no subes al mon-
te deleitoso, que es principio y razón de toda di- La cultura de Elda, Emilio Castelar la ha visto evo-
cha? Pues la cultura aquí hace varios años que se lucionar desde que falleció en San Pedro del Pi-
esfumó y poco encontrarás ya que alegre el alma natar en 1899. Ya que posteriormente se vino su
y el corazón». ectoplasma a vivir a su estatua y a fastidiar a las
palomas en la plaza homónima. Y como yo solo
- ¿Eres Emilio, pues, de quien mana tal río de elo- había valorado la cultura desde unos pocos años
cuencia? -respondí yo con frente avergonzada. a esta parte, le comenté lo que me encantaría ver
y lo que no me había gustado nada tener que
// miscelánea 61