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A mitad del camino de la vida, paseando por los   - Sí, soy Emilio Castelar, pero… ¿podemos dejar
                         confines del Valle de Elda, a finales de mayo del   de hablar en rima y de destrozar estrofas que tie-
                         2015 sería, en una selva oscura me encontraba   nen ya más de 500 años?
                         porque mi ruta había extraviado. ¡Tan duro es de-
                         cir cómo era esta salvaje selva, áspera y fuerte,   - Por supuesto, por supuesto -le dije yo-. Dejemos
                         que me vuelve el temor al pensamiento! Amarga   el postureo entre aparición y ser humano… apro-
                         casi  como  la  muerte;  pero  algo  hogareño  sentí   vechemos para hablar de cosas importantes.
                         con los taráis que allí encontré, además de un río
                         y una presa que de la nada surgieron.       - ¿De qué tipo de cosas te interesa hablar conmi-
                                                                     go? -me lo decía con mirada forzada sospecho-
                         Yo no sé repetir cómo entré en ella, pues tan   sa y fantasmal (obviamente), a la par que con un
                         dormido me hallaba en el punto alto de una to-  fondo de simpatía.
                         rre derruida que abandoné la senda verdadera.
                         Mas cuando hube llegado al pie de un monte,   - Pues a ver… viendo que de política ya se han
                         con ruinas ibero romanas, allí donde aquel valle   aclarado un poco las cosas, y de periodismo
                         terminaba, hacia lo alto miré, y vi que la cima de   como que estás un poco desfasado. ¿Podemos
                         la cabeza de un oso, ya se vestía de los rayos   hablar de algo que combine la historia y la es-
                         del planeta que lleva recto por cualquier camino.   critura?
                         Entonces se calmó aquel miedo que en el lago
                         del alma había entrado la noche que pasé con   - ¿El arte?
                         tanta angustia.
                                                                     -Frío tengo, sí… pero creo que si nos refugiamos
                         Y divisé, casi al principio de la cuesta, un ave   entre estas paredes antiguas de la fábrica de la
                         ligera y muy veloz, cuya piel con plumas blan-  luz, podemos charlar un rato antes de que me
                         cas se cubría; viendo así que no auguraba nada   hiele.
                         malo  aquella  fiera  de  pico  canela,  más  que  la
                         hora del día y la dulce estación; no en cambio   - Hablar de la cultura, chico… del arte en general
                         decir lo mismo puedo del terror que me produjo   y de lo que mueve a la gente en particular en esta
                         la imagen de la gaviota que luego resultó ser. Me   ciudad.
                         pareció que contra mí venía, con el pico afilado y
                         hambre fiera, y hasta temerle parecía el aire.   - Ah, vale, perdona, no te había entendido -le dije
                                                                     rascándome la coronilla incipiente de cualquier
                         Mientras yo bajaba por la cuesta se me mostró   treintañero.
                         delante de los ojos alguien que, en su silencio,
                         creí mudo. Cuando vi a aquel y, de fondo, a esa   En ese momento nos refugiamos en unas de las
                         ciudad apagada  «Apiádate  de mí -yo le grité-,   ruinas que, aunque no son tremendamente vie-
                         seas quien seas, sombra u hombre vivo». Y él me   jas, siempre me han gustado, por su enclave y
                         dijo: «Hombre no soy, más hombre fui, y a mis   por su desconocimiento. La fábrica de la luz de
                         padres dio cuna Elda pues Alicante fue la patria   Elda nos iba a iluminar como ya hacían los rayos
                         de los dos. Nací Isabelino y viví en Madrid bajo   del amanecer. A continuación, y por no transcribir
                         el amparo de la universidad: tiempos de falsos y   la charla con un fantasma, que suele ser tediosa
                         mentirosos reyes. Político fui, e historiador, ade-  y difícil de entender, por la reverberación de su
                         más de periodista e incasable escritor. ¿Por qué   voz de ultratumba, paso a haceros un resumen:
                         retornas a esta miserable Elda y no subes al mon-
                         te deleitoso, que es principio y razón de toda di-  La cultura de Elda, Emilio Castelar la ha visto evo-
                         cha? Pues la cultura aquí hace varios años que se   lucionar desde que falleció en San Pedro del Pi-
                         esfumó y poco encontrarás ya que alegre el alma   natar en 1899. Ya que posteriormente se vino su
                         y el corazón».                              ectoplasma a vivir a su estatua y a fastidiar a las
                                                                     palomas en la plaza homónima. Y como yo solo
                         - ¿Eres Emilio, pues, de quien mana tal río de elo-  había valorado la cultura desde unos pocos años
                         cuencia? -respondí yo con frente avergonzada.  a esta parte, le comenté lo que me encantaría ver
                                                                     y lo que no me había gustado nada tener que






                                                                                                         // miscelánea   61
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